Hoy aprendí que una persona es grande pero no de edad, sino grande de espíritu cuando habla de frente, que es congruente con lo que dice y hace, cuando trata con cariño y respeto a los demás no importándole su estatus social ni su credo, cuando mira de frente, sabe escuchar y es franca.
Es enorme cuando da sin esperar nada a cambio, cuando ayuda sin hacer alarde, y sobre todo cuando abre su corazón y su sentimiento es tan grande como su tamaño.