SIMPLEMENTE ESCUCHAME.


Esto que estoy contando es mi sentir como madre y tal vez es el sentir de todas las madres que han tenido o tienen a un hijo Misionero. No espero que aplaudas, pero si quiero que me entiendas y comprendas que es algo que quiero compartir.  Simplemente quiero que al leer esto, hagas de cuenta que estoy sentada ante ti, eso es todo. Simplemente escúchame:

Cuando mi hijo se fue a la Misión en el año 2012, era un muchacho de 20 años,  maduro para su edad, estaba seguro del compromiso que había adquirido con la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, y sobre todo, el compromiso que adquiría con Nuestro Padre Celestial de llevar las Buenas Nuevas a todas las personas que encontrara a su paso en el lugar que le habían asignado.

Fuera el lugar que fuera, él estaba asumiendo un compromiso, un compromiso que se hace  con Dios y con la Iglesia que representa. No es fácil para muchos jóvenes a esa edad salir de casa de sus padres, donde lo tienen todo, en cualquier medida pero tienen, techo, ropa y sustento y sobre todo la cercanía y el apoyo de sus seres queridos.

Irse de misionero significa asumir un compromiso serio: Levantarse temprano, leer constantemente las Santas Escrituras, prepararse sus alimentos, lavar su ropa, todo lo que en casa no hacen, se enseñan a ser responsables y sobre todo disciplinados.

Lo más importante para ellos, es salir a visitar personas, para enseñarles el Evangelio de Jesucristo, tener  poder de convencimiento, tener un testimonio propio, porque no van a hablar por experiencia de otros, sino por experiencia propia, por lo que sentían y por lo que sienten. Es una tarea difícil, porque no todos los escuchan, y ellos están ansiosos de eso, de ser escuchados, quieren compartir la palabra de Dios, y no siempre hay buenos resultados, y eso puede ser que los desanime, pero ahí es donde deben demostrar que tan convencidos están de lo que creen para poder convencer, porque a medida que crean, las personas les creerán.

Me llama mucho la atención que los jóvenes que se van, se van con una ilusión muy grande, y digo muy grande porque se les ve en el rostro, se les ve en su sonrisa, llevan a cuesta sobre todo tres ilusiones:
Que los escuchen, que convenzan  y que bauticen.

Ellos no piensan en: Que comerán, en que si se enfermarán;  solo van con su cargamento lleno de ilusiones, y lo más admirable aun de que están convencidos de que están en manos de Dios y El proveerá de todo lo demás, y sobre todo que tienen su bendición, después de todo, eso es lo más importante.

Ha pasado un año y cuatro meses desde que mi hijo se fue, desde su partida nos hemos comunicado cada semana, he sentido su fortaleza semana a semana, sabe comunicarme lo que esta viviendo y digo sabe porque al platicarmelo me lo hace sentir, me doy cuenta de que lo que hace él y su compañero es de admirarse, me dice que los milagros existen, y yo le creo.

 Al día de hoy es una persona más madura, ha aprendido mucho, pero no solo de la Palabra de Dios,  sino que ha aprendido a tratar a las personas, a ver y entender sus necesidades, a darse cuenta que hay muchas personas que no lo tienen todo o que no tienen nada, se esta dando cuenta de las carencias que existen y sin embargo las personas allí están , muchos no por conformistas sino porque no pueden progresar por muchas razones, personas que solo tienen lo indispensable y  a veces ni eso, pero hay algo muy grande que los mantiene de pie: Su Fe.

Yo se que con todo lo que esta viendo y viviendo esta valorando muchas cosas, cosas que no aprendería en una Universidad de Estudios Superiores, porque eso nada más se aprende en la Universidad de la vida. Esta aprendiendo a valorar a su familia, está valorando su casa, a que debe comer de todo y lo que haya. Está aprendiendo a ser mejor persona, a ser más humano y sobre todo a tener humildad.

Hoy por hoy se que mi hijo esta fuerte de espíritu, se que se puede enfrentar a muchas cosas sin miedo, que va a poder superar problemas por muy difíciles que sean con mucha sabiduría. Se que su fe se ha fortalecido, que está seguro de que Dios existe y que por El todo fue hecho y que solo las personas de buena voluntad lo pueden disfrutar.

Hoy precisamente platicamos, me contó lo que hizo en la semana. Hay algo que me llama la atención, como me cuenta las cosas, me da la impresión de que todavía es un niño que esta descubriendo muchas cosas, me maravillo y le doy gracias a Dios que a pesar de todo mi hijo sigue siendo un niño, porque para mi, ese niño que todos llevamos dentro nunca debemos dejarlo ir, porque es el que hace que nos sorprendamos y maravillemos de todo lo hermoso que hay en este mundo.   Platicar con mi hijo es lo más sorprendente, con el puedo pasar de la nostalgia a la alegría, a veces lloro y cuando me doy cuenta ya me estoy riendo.

Yo también he aprendido mucho en este tiempo que él ha estado fuera, sobre todo, que cuando se van lejos de uno, duele, después entiendes qué si es lo que quieren ellos, y están contentos con lo que hacen, uno también debe de estarlo, que no debemos ser egoístas, ya que por comodidad nuestra, por no sufrir, no los dejamos hacer lo que ellos quieren.  Estoy aprendiendo como aprende un ciego a través de su hijo, de su conocimiento y de sus ojos, es sorprendente como los hijos, esos niños a lo que un día los padres enseñamos a hablar, a conocer las cosas, nos enseñan cosas nuevas.

Hay una pregunta que me hizo mi hijo y fue muy bien hecha:
. " ¿Crees que seré mejor cuando vuelva a casa?, a lo cual le respondí: De eso no hay duda, la pregunta que yo me hago es de que: ¿Estaremos a tu altura para cuando regreses?, no tanto por lo que sepas sino por el gran ser humano que eres, pero estamos trabajando en eso, porque me imagino que es como cuando alguien esta en un lugar limpio, y salir de allí para llegar a un lugar contaminado, pues como que no, es como retroceder y entonces si me dolería de que esos dos años de tu vida, de estar en comunión con Dios  no hubieran valido la pena".

Se que tenemos un nuevo compromiso con él, ser mejores padres, mejores hermanos y mejores seres humanos, para ser una familia digna de un Misionero.

Gracias por escucharme, espero que con esto que te he contado, cambie tu manera de ver y recibir a un misionero, ellos dejan todo por llevarte un mensaje de Dios, escúchalos, no pierdes nada, pero puedes ganar mucho, y respétalos porque lo que hacen, no lo hace cualquiera, solo los escogidos por Dios.

Esto esta dedicado a todos los padres que tienen un hijo (a) en la Misión. y a todos los Misioneros del mundo. Podría mencionar nombres pero me faltarían muchos, pero se que si algún día leen esto, se darán  cuenta que es para ellos.



Escrito por IVR.  Palabras con Poder.
Fecha: 02-jun-2013

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