El León y las Hormigas.





Un día el León hizo que se reunieran todos los animales de la sabana, del bosque y de la montaña.
Cuando todos llegaron ante él, el pregonero se subió a un árbol y gritó la proclama:

"Orden del Rey León: Todos los animales, de todo genero, especies y tamaño
deben reconocer al León como Rey, rindiéndole obediencia.
Quien se niegue será colgado".
Se escucho un gran murmullo en la asamblea de los animales; después una
vocecita se alzó protestando.
Era el portavoz de las Hormigas guerreras:

"Nosotros no aceptamos. En nuestra tríbu, nuestros antepasados nos dieron una
Reina y nosotros solo obedecemos sus ordenes".

El León con un rugido desafiante, respondió: " Tendréis vuestro castigo".

Todos se dispersaron, los hijos del León salieron de caza, cogieron un Jabalí,
lo escondieron tras unas ramas y fueron a llamar al Rey.
Las Hormiguitas se reunieron desde los cuatro puntos cardinales,
y en un momento cubrieron la sabana. Se prepararon para la gran batalla.

En un momento se comieron al Jabalí, dejando sólo los huesos.
Mientras tanto el sol había desaparecido tras el horizonte.
Llegó el León, majestuoso, con su familia. Entonces el ejército de Hormigas entró en acción.

De la hierba y de las hojas llovieron sobre los Leones, treparon por sus patas mordiendo con fuerza. Los Leones rugían  de dolor, se tiraban sobre la hierba para frotarse, intentaron escapar, pero no podían luchar en la oscuridad contra el enemigo omnipresente.

A la mañana siguiente, un buitre pasando en vuelo rasante, vio esparcidos los esqueletos de la familia de aquel que había querido imponerse como Rey absoluto de los animales.  Y continuando su camino solitario pensó que los poderosos no deberían nunca despreciar la fuerza de los pequeños cuando se unen.

"NO HAY ENEMIGO PEQUEÑO".

Fábula del pueblo Bantú.

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